El buen tiempo acompaña mi paseo por la vereda... me detengo a intervalos para contemplar el entorno... respiro su atmósfera reseca y cálida... El estío se nota en la naturaleza por los ocres amarillentos que la bañan... el cian impoluto del cielo... el aroma resinoso de pinos y encinas...
Momentos de serenidad y paz... propiciados por el paisaje y cierta desidia... que invita a una pausa en la dinámica cotidiana... a fundirme con los seres cuyas partículas aromáticas... componentes de su ser... penetran placenteramente en mi interior... Es reconfortante su generosidad y el bienestar que propician... Sentirme una con la naturaleza es inevitable... ¿y la obsesión del hombre por creerse único?... ¡bah!... iluso.
Respiro...
Detengo mi lento caminar antes de cruzar la carretera local que conduce al pueblo... observo que hasta el vehículo que se aproxima reduce su marcha... el conductor acerca sus labios al corto cigarro... besándolo intensamente... como el último beso de amor... antes de arrojarlo por la ventanilla... sin apagar... no quiere que su vehículo huela a tabaco... Déspotamente deja caer la colilla encendida que, como beso de fuego, arrasará la vida...
¿Mi paseo?... acelero el ritmo... en esta ocasión llego a tiempo... apago el cigarro... y continúo en mis reflexiones.
Momentos de serenidad y paz... propiciados por el paisaje y cierta desidia... que invita a una pausa en la dinámica cotidiana... a fundirme con los seres cuyas partículas aromáticas... componentes de su ser... penetran placenteramente en mi interior... Es reconfortante su generosidad y el bienestar que propician... Sentirme una con la naturaleza es inevitable... ¿y la obsesión del hombre por creerse único?... ¡bah!... iluso.
Respiro...
Detengo mi lento caminar antes de cruzar la carretera local que conduce al pueblo... observo que hasta el vehículo que se aproxima reduce su marcha... el conductor acerca sus labios al corto cigarro... besándolo intensamente... como el último beso de amor... antes de arrojarlo por la ventanilla... sin apagar... no quiere que su vehículo huela a tabaco... Déspotamente deja caer la colilla encendida que, como beso de fuego, arrasará la vida...
¿Mi paseo?... acelero el ritmo... en esta ocasión llego a tiempo... apago el cigarro... y continúo en mis reflexiones.
Las acciones inconcientes poco a poco se irán apagando con espíritus que irradien un gran amor por la naturaleza. La tarea no es fácil pero más difícil es no hacerla.
ResponderEliminarUn gran saludo Adela!!!
Excelente blog, nos gustaría que dieras de alta tu blog en nuestro directorio de blogs www.guiaempresas.info ; Saludos
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